Cerca de 2 mil mujeres conmemoraron con una marcha el 8M en Acapulco

Redacción
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*Mostraron Indignación y rabia ante el aumento de casos de feminicidios y desparecidas 

*Tomaron el parque Papagayo, derrumbaron una de sus rejas e hicieron pintas en su muro y en el antimonumento de los 43

/Verónica CASTREJÓN ROMÁN

Acapulco; Guerrero, a 8 de marzo de 2023. “¡Aleeeeertaaa, aleeeertaaaaa!”, el rumor creció como una ola y se convirtió en tsunami: Desde el zócalo, cerca de 2 mil mujeres de diferentes colectivas feministas conmemoraron ayer el Día Internacional de la Mujer con una marcha que dejó a su paso por la Costera de Acapulco la siembra de rehiletes lilas con denuncias, exigencias y consignas; fotografías y fichas de feminicidas, y culminó con la toma del parque Papagayo.

La inmensa mancha lila y negra serpenteó por la principal avenida turística blandiendo al aire pancartas llenas de dolor, impotencia y rabia que eran sostenidas tanto por niñas y niños, como por mujeres adultas, jóvenes y adolescentes que, en medio de la desesperanza de las cifras fatales -cada semana desaparecen en Guerrero 11 mujeres- se mostraron jocosas para advertir: “¡La que no brinque es macho!”, varias veces, durante el trayecto.

A las 4 de la tarde abrió el desfile el contingente de mantas con el lema “Alto a las violencias machistas. Hartas de simulación”, les seguían las que denunciaban  feminicidios y desapariciones forzadas, y que iban delante de las madres de infancias en donde acudió un grupo nutrido de niñas y niños, cuyos pasos eran seguidos de cerca por las jovencitas y mujeres de todas las edades que marcharon por primera vez. Cerraban la marcha u n contingente en que el que destacaba un grupo de mujeres afrodescendientes.

¿Las consignas? Las mismas de cada año, porque el problema es el mismo que el de 2022 y que el de hace más de 15 años; y que hoy con  nuevas cifras encendió los ánimos de las activistas: De los 108 homicidios de mujeres, el año pasado, sólo 12 fueron clasificados como feminicidios; hubo mil 285 denuncias por lesiones, 2 mil 886 por violencia familiar y 4 mil 36 llamadas de emergencia por violencia de género “que no tuvieron adecuado seguimiento en ninguna parte del estado”.

Así lo denunciaron ante el micrófono, en la explanada del parque Papagayo, Gabriela Candela Garzón de la Red Feminista Acapulco, Revolución Violeta, y Paola Cisneros Sánchez de la colectiva Rebeldes y Revolucionarias.

Antes, a su paso por la avenida turística,  y ante los gritos desbordados de “¡con falda o pantalón, respétame, cabrón!”, se dibujaban sonrisas en los mirones que pasmados contestaron breve encuesta en la que reconocieron que el movimiento de las mujeres ha crecido; “¡son un chingo esta vez!”, dijo un joven que se confesó solidario con la causa, mientras que otros, se limitaron a advertir que ojalá no echaran a perder  “esa gran marcha”, con destrozos.

Y pues, el murmullo del “¡Aleeeeerta!, cobró fuertes bríos con el “Y ahora que estamos juntas, ahora que sí nos ven, abajo el patriarcado, ¡se va a caer, se va a caer!” y de los “Porque vivas se las llevaron, vivas las queremos”, y  de los “ni una más, ni una más, ni una asesinada más” pasaron a los “¡NO, TE DIJE QUE NO!, pendejo, no; mi cuerpo  es mío, yo decido” y al  “el gobierno decía que  esto cambiaría, ¡mentira, mentira, la misma porquería!”

El bloque negro hizo lo que la rabia le dictó y las jovencitas de atuendo negro, cubiertas sus caras con capuchas, pintaron consignas en muros, postes y mamparas, rompieron cristales en la terminal portuaria e hicieron pintas en el antimonumento de los 43 desparecidos de Ayotzinapa. Externaron así su impotencia ante la falta de respuesta de las autoridades a las denuncias presentadas por familiares de las mujeres desaparecidas o asesinadas en Acapulco y en Guerrero.

EN EL PARQUE PAPAGAYO

La consigna de las mujeres al llegar al asta bandera, sitio en el que darían su pronunciamiento, fue la referente a las niñas, porque “las niñas marchando también están luchando”.

Grande fue su sorpresa y enojo cuando se percataron de que enfrente, al parque Papagayo lo habían cerrado y habían encendido las fuentes danzarinas del murete de la entrada, “quieren evitar que hagamos pintas y que realicemos aquí nuestras actividades”, dijo una de las marchistas.

De momento, se concentraron en el pronunciamiento de las oradoras. En él dijeron estar hartas de la simulación de las autoridades y de que “las Instituciones no cuenten con personal ético y capacitado”, para atender los requerimientos de las mujeres,  ni la adecuada implementación de protocolos de actuación, evaluación, sistematización y corresponsabilidad, porque “eso es violencia; existe un nulo conocimiento del correcto ejercicio de sus funciones, de los derechos de las mujeres y obligaciones del Estado, eso se denota en su irresponsabilidad, negligencia y mediocridad”.

Basta de simulación, dijeron y enseguida cuestionaron, “¿para qué queremos taxis rosas y autobuses violeta? Si van manejados por hombres que suben a otros hombres, ¿de qué nos sirven las zonas violetas? Si el acoso es latente y constante”.

Después, con voz temblorosa por la emoción, Gabriela Candela inició con cifras su última participación en el micrófono: “Contamos ya 14 feminicidios, 5 tentativas de feminicidio y 12 desaparecidas de enero a la fecha”. 

Y continuó cada vez más trémula: “Es muy lamentable que cada año tengamos que estar aquí reunidas exigiendo la presentación con vida de nuestras hermanas, es muy lamentable que todos los años tengamos que pedir fin a los feminicidios porque no queremos ser la próxima, porque siempre tenemos miedo y tenemos mucho coraje; tenemos mucho dolor”.

Recalcó que a las colectivas no les importa que se trate de mujeres desconocidas; “no importa que no sepamos quiénes son; nos importan vivas porque, dijo, atragantándose con sus lágrimas tenazmente contenidas,  las mujeres no desparecemos, nos desparecen; no amanecemos muertas, nos asesinan y la mayoría son feminicidios, esa es la realidad en la que vivimos día con día, que no es lo que dicen los discursos, mientras que  la ley se queda en el papel.”.

Enseguida entonaron el himno del movimiento feminista y muchas de las ahí presentes, se desahogaron, y corearon fuerte, estremecidas por el llanto: 

Que tiemble el Estado, los cielos, las calles

Que tiemblen los jueces y los judiciales

Hoy a las mujeres nos quitan la calma

Nos sembraron miedo, nos crecieron alas

En la estrofa que sigue la catarsis fue total:

Yo todo lo incendio, yo todo lo rompo

Si un día algún fulano te apaga los ojos

Ya nada me calla, ya todo me sobra

Si tocan a una, respondemos todas

Soy Claudia, soy Esther y soy Teresa

Soy Ingrid, soy Fabiola y soy Valeria

Soy la niña que subiste por la fuerza

Soy la madre que ahora llora por sus muertas

Y soy esta que te hará pagar las cuentas

Y al grito de “¡JUSTICIA,  JUSTICIA!”, el comando negro arremetió contra la reja metálica de la entrada al parque Papagayo y la derribó, en respuesta a la provocación de quienes ordenaron cerrarlo. Ya adentro pintaron consignas en el muro de entrada de la mencionada reserva ecológica y tiraron los banners que adornaban el murete.

En su pronunciamiento lo advirtieron: “Somos mujeres, somos feministas, vamos a quemar, romper y rayar hasta que nos dejen de matar, porque no hay verdadera libertad sin nosotras; calladitas y en casita no somos más bonitas”.

Al final, apalearon y quemaron un monigote que representaba al patriarcado, y es que ahora sí, dijeron, ya nada las detiene: “¡el patriarcado se va a caer, se va a caer!”.

LA MARCHA DEL 8M EN GRÁFICAS
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